Por Juan C. Sánchez Arnau
Economista y diplomático
Para analizar los resultados de la gestión de un Ministro de Economía es necesario tomar en cuenta varios factores. Primero, el contexto interno e internacional en que se llevó a cabo; segundo, los objetivos que se hubiera planteado; y finalmente, el contraste entre las principales variables de la economía al comienzo y al fin de su gestión. Veremos de hacer ese análisis para la gestión del actual ministro, que comenzó en agosto de 2022 y sus resultados hasta el día de hoy.
A lo largo de estos casi quince meses, el Ministro Sergio Massa debió hacer frente a dos problemas: una prolongada sequía que redujo considerablemente la producción agrícola y una baja de los precios internacionales de dichos productos. Ambas se conjugaron para generar una baja importante en las cantidades exportadas y especialmente en el monto de dichas exportaciones. Esto, a su vez, tuvo repercusiones negativas sobre los ingresos tributarios, en especial los procedentes de los derechos a la exportación. Dicha baja de precios se debió, esencialmente, a un cambio en las condiciones de los mercados que habían sido muy afectados por la invasión de Rusia a Ucrania. Algunos minerales (el litio en particular) y los hidrocarburos también sufrieron bajas sensibles. La reducción del precio del petróleo, en cambio, fue un factor positivo, dado que, durante el período analizado, Argentina mantuvo su condición de país importador. La situación financiera internacional estuvo caracterizada por una cierta inestabilidad debido a los esfuerzos de las autoridades monetarias de los principales países por reducir la inflación a través de subas de las tasas de interés, pero no fue un proceso que afectó mayormente a la economía argentina, hoy muy aislada de los mercados financieros. En cambio, el gobierno argentino gozó durante este período de la benevolencia del Fondo Monetario Internacional, que le permitió cancelar los vencimientos del préstamo contraído con ese organismo con desembolsos del mencionado préstamo y con condiciones muy benignas, regularmente incumplidas y revisadas, en materia de déficit fiscal, emisión monetaria y reconstitución de reservas.
En términos de objetivos, podemos dividir la gestión del Ministro Massa en dos etapas. La primera, va desde agosto de 2022, cuando asume el cargo de Ministro, hasta el 24 de junio de 2023, cuando resulta ungido candidato a Presidente. La segunda etapa es la de un ministro-candidato que deja de lado la prioridad por estabilizar la economía y pone todos los instrumentos de la política económica al servicio de su candidatura. Para ello generó un conjunto de iniciativas, que la oposición ha calificado de “Planes Platita”, destinadas a distribuir fondos o a otorgar exenciones a distintos sectores de la sociedad (bonos o préstamos a tasas subsidiadas para diversos grupos de beneficiarios, especialmente aquellos más afectados por las elevadas tasas de inflación; aumentos de salarios adicionales a los previstos originalmente por convenio; aumento del mínimo no imponible del impuesto a las ganancias; planes de financiamiento subsidiados para promover el consumo; subsidios al turismo interno; exenciones del pago del IVA, etc). Al mismo tiempo, atento las crecientes dificultades en el sector externo, el gobierno puso en marcha varios mecanismos de devaluación encubierta, de limitada duración temporaria, destinados a promover el adelanto de liquidaciones de las divisas provenientes de la exportación (Planes Soja 1 y 2, otros planes incluyendo productos regionales y finalmente el Plan 70/30 que permitía a los exportadores liquidar hasta el 30% de sus ingresos a través del mercado “libre” de cambios y obtener un dólar cercano a los $ 510 frente a los $365,50 del tipo de cambio oficial).
Tratar de distinguir el impacto de una y otra etapa sería muy difícil, de modo que aquí nos conformaremos con comparar el comportamiento de las principales variables de la economía argentina en dos momentos: al comienzo de la gestión del Ministro Massa y con la última cifra disponible. En todos los casos, salvo que se lo señale expresamente, lo haremos a partir de las cifras oficiales, publicadas ya sea por el INDEC o por el propio Ministerio de Economía.
Las mencionadas políticas generaron un fuerte aumento en el gasto público (141,2% entre agosto 2022 y octubre 2023) y también de los ingresos tributarios y previsionales (151,2%) impulsados por el “Impuesto PAIS”, los adelantos del impuesto a las ganancias de las grandes empresas y los derechos de exportación. A pesar del mayor ritmo de aumento de los ingresos corrientes, el resultado fiscal primario (es decir antes de los pagos e ingresos financieros) fue negativo a lo largo de estos 15 meses, excepto en el mes de septiembre 2022. Y como ese déficit era financiado en parte con nuevo endeudamiento, el déficit fiscal financiero acumulado en esos meses, medido en pesos constantes a mayo de 2023, casi duplicó el déficit primario: 7,3 billones de pesos, contra 3,9 billones. Esto originó un fuerte aumento de la emisión monetaria (el M3 más que se duplicó desde 17,3 billones de pesos a 41 billones) y para evitar un mayor crecimiento del circulante, con el consecuente impacto inflacionario o la “fuga hacia el dólar”, el Banco Central se vio obligado a una fuerte y continua colocación de Letras y Notas de Liquidez en el sistema bancario. La suma de estas y de los saldos de pases activos y pasivos, llevó estos pasivos remunerados del BCRA desde los 8,46 billones de pesos en agosto 2022 a 24,5 billones según el último balance de dicha entidad. En este aumento jugó también un rol importante el aumento del pago de intereses, producto de las crecientes tasas de interés que ha tenido que fijar el Banco Central para lograr la renovación de sus letras y las del Tesoro Nacional y evitar la fuga de capitales hacia el dólar.
El resultado de estas políticas se ha expresado claramente en la tasa de inflación: 6,5% mensual al comienzo de este período, 12,7% en septiembre de 2023 y una reducción al 8,3% el último mes. De este modo, la tasa anual de inflación pasó en el período de esta gestión del 78,5% al 142,7% con una proyección, según las entidades consultadas por el Banco Central, del 194,5% para los próximos doce meses. Otro resultado importante es la progresiva parálisis de la economía: en el segundo trimestre del 2022 (al asumir el Ministro) todavía crecía al 1,7% anual, luego se vio afectada por la sequía y la caída de las exportaciones, pero tras una leve recuperación en el primer trimestre del presente año, el siguiente ya presentó claros signos de una recesión (-2,8%). Esto también se refleja en el bajo nivel de creación de empleo en el sector privado formal (166.000 puestos de trabajo en quince meses).
En el plano social, la mayor consecuencia de este proceso es el marcado aumento de la pobreza y de la indigencia que desde el primer trimestre de 2022 al último relevamiento del INDEC pasaron del 36,5 al 40,1% y del 8,8 al 9,3% de la población censada en los principales distritos urbanos del país seguidos por el INDEC.
Analizando ahora el comportamiento del sector externo, corresponde señalar que el saldo acumulado del déficit de la balanza comercial (como ya dijimos influido por la sequía) ascendió a 2.063 millones de dólares y el de la cuenta corriente (que incluye las transacciones del sector servicios) a nada menos que 9.432 millones de dólares. Detrás de estos resultados también se encuentra el atraso cambiario que desalentó exportaciones y promovió una aceleración de las importaciones hasta que se agotaron las divisas disponibles en el Banco Central, razón del recurso a los “swaps” facilitados por China. El atraso cambiario, a pesar de que el dólar oficial pasó de $ 155 a 365 (aunque con períodos en que se elevó, para ciertas exportaciones, a $ 400 y hasta cerca de 530) se reflejó claramente en la brecha entre el tipo de cambio oficial y el llamado “paralelo” que subió del 85% a más del doble actualmente.
Completando el panorama, cabe señalar que las reservas brutas del Banco Central cayeron en este período desde 38,2 mil millones de dólares a 24,5 mil millones, mientras que las reservas netas estarían, según diversas estimaciones privadas, entre los menos 7.000 y menos 10.000 millones de dólares. Esto sería, entre otras razones, producto del uso de los fondos que forman parte de los encajes bancarios, en definitiva, de los ahorros de los argentinos. A esto hay que agregarle un aumento de la “deuda flotante en dólares” derivada de pagos al exterior efectuados por privados o de créditos recibidos que no han podido ser aplicados al pago de deudas o beneficios o de importaciones, debido a la ausencia de dólares en las arcas oficiales, más el aumento de la deuda externa por montos difíciles de estimar, entre otras razones, por la opacidad de ciertas operaciones como los “swaps” con China.
Al cabo de este análisis, se impone una pregunta ¿podrá el actual Ministro de Economía, si fuese electo Presidente de la Nación, resolver los problemas generados durante su gestión ministerial?
Fuente: gentileza Dr. Juan Carlos Sánchez Arnau.